martes, 5 de julio de 2016

Lisboa, Belén y Cascais


Lisboa
Un viaje que no está dentro de la lista de los más populares en Europa y que vale la pena totalmente es Portugal. Un país espectacular lleno de paisajes hermosos, imponentes ciudades  y gente muy amable.

La parada en Lisboa es indispensable. Nosotros llegamos en avión desde Madrid y nos hospedamos en un pequeño hotel cerca a la estación Rossio en el centro de la ciudad, en una de las muchas colinas que la conforman.
Lo interesante de Lisboa es que hay un contraste de muchas imágenes y sensaciones: Edificios y plazas monumentales construidos en la época de grandes riquezas gracias a los descubrimientos en el siglo 15 y que son inconfundibles por su estilo recargado (llamado Estilo Manuelino por el rey Don Manuel); las colinas con su topografía generan unas terrazas con vistas increíbles y recorridos peatonales tortuosos  y de tranvías, la imagen tan bonita que dan sus fachadas y el interior de muchas iglesias y edificios públicos en azulejos coloridos, sus andenes en el empedrado portugués, mosaicos de piedra negra y blanca formando dibujos diferentes muy simbólicos de la ciudad y por último el ambiente entre melancólico y romántico que le da el Fado, la música típica que está presente por todas partes. Si se va a permanecer pocos días en la ciudad recomendamos hacer los recorridos del bus turístico que son muy completos, nosotros hicimos todas las rutas! Además de esto si es muy importante poder vivir la ciudad: recorrer a pie sus muy empinadas colinas, montarse en el famoso tranvía No. 28 que recorre toda la zona vieja o ir a Belém, un pueblo que ya hace parte del área metropolitana de la ciudad.




 








En la parte baja de la ciudad, la Plaza del Comercio es un punto espectacular. Sus dimensiones son impresionantes y con una de sus fachadas dando al mar logra que el espacio se confunda y sea mayor la sensación de inmensidad. Es fácil imaginarse el movimiento comercial que tuvo esta plaza en otras épocas.




La localización privilegiada de la ciudad sobre la desembocadura del río Tajo en el océano Atlántico hace que las imágenes que se consiguen de los edificios, plazas y monumentos a orillas del estuario sea casi que irreal. Nuestro primer día en Lisboa coincidió con una bruma que invadió toda el área y que hizo que no se reconociera qué era río, qué era cielo y qué era tierra. Tanto así que no identificábamos bien si realmente el rio estaba ahí, de pronto vimos un enorme crucero parqueado frente a nuestras narices...y empezamos a entender un poco nuestro entorno. Realmente fue muy extraño...

Encontramos también importantes vías comerciales y los famosos ascensores que facilitan el acceso a las partes altas de la ciudad. Estos ascensores bien pueden ser tranvías cuya función es sólo subir una calle o son verdaderos ascensores exteriores como el famoso ascensor de Santa Justa, que tiene más de 100 años ( a nosotros precisamente nos tocó el mantenimiento del ascensor, por lo que no lo pudimos ver en todo su esplendor).


Subiendo hacia el castillo San Jorge recorriendo los barrios Alto y Chiado, nos encontramos con monumentos espectaculares como la catedral de Lisboa y el convento do Carmo. Se puede subir a pie, en tranvía o en los famosos Tuk-tuk, pequeños carros de tres ruedas que hacen recorridos por la ciudad. Nosotros lo hicimos en el tranvía y bajamos caminando para poder entrar a los monumentos; es muy interesante entrar al claustro de la catedral y descubrir que es una excavación arqueológica de la antigua ciudad romana que allí existió, Olissipio. En cuanto al convento Do Carmo es una ruina excepcional: una construcción gótica semi-destruida por un un terrible terremoto que azotó la ciudad en el siglo 18 (que de hecho afectó a casi toda la península ibérica) y que quedó como una escultura en medio de la ciudad, vale la pena conocerlo.


















El castillo, del cual hoy queda más de la fortaleza que del palacio donde una vez habitaron los reyes, tiene una situación privilegiada y domina la ciudad, recomendamos recorrer la muralla para admirar la belleza de paisaje.










Lisboa tiene otra zona no muy conocida pero también muy bonita, la zona de la exposición mundial de 1998, un proyecto de renovación urbana llamado Parque de las Naciones. Lo que más nos gustó de ese desarrollo fue la estación de tren del arquitecto Santiago Calatrava (estación de oriente) y el funicular desde el que se puede ver la marina construida también para esa exposición.










Belém y Cascais
Es un viaje indispensable cuando se viaja a Lisboa. A 20 minutos aproximadamente en carro están estos dos pueblos que ya se unieron a la ciudad. En Belém el monasterio de los Jerónimos y la torre de Belém son muy interesantes, ambos monumentos de la época manuelina. donde se puede apreciar su estilo recargado y lleno de detalles Y si se visita el pueblo no puede quedarse sin probar los pasteis de Belem, un postre típico del lugar. Delicios!


























Cerca está también el monumento a Vasco Da Gama, el gran navegante que le dio la importancia a Portugal en la época, es una escultura enorme frente al estuario del río muy bonita.









Cascais es un lindo lugar a orillas del mar. Una de las rutas del bus turístico llega hasta allá y se pueden recorrer sus lindas zonas, el puerto, la fortaleza defensiva y si se tiene tiempo, visitar el museo La Casa de las Hostorias de Edoardo Soto de Moura.












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